Por Diego Quintana*.- La frase
del titulo no me pertenece. Es la que está dentro del globo de una caricatura
que muestra una persona sentada en un mullido sillón, con un vaso en la mano,
saboreando una bebida. El dibujo corresponde a un tipo o muy rico o muy
poderoso o ambas cosas a la vez, que con lo que dice expresa alivio,
tranquilidad y cinismo.
La claridad de la síntesis
Es difícil hallar un concepto tan
elocuente, claro y evidente del fenómeno que martiriza a buena parte de la sociedad
argentina, sin que muchos de sus integrantes se den cuenta.No es casual que
pertenezca a una caricatura, cuyos autores suelen ser magos de la síntesis.
Transcribo la frase de nuevo.
“Por suerte la opinión publica
todavia no se ha dado cuenta de que opina lo que quiere la opinión privada”
Una idea redonda
Es tan redonda la idea, que hay
temor de obscurecerla, pero solo es para intentar sacarle mas jugo.La opinión
pública -aunque definir esa idea sigue costando mares de tinta- sería el
resumen o la síntesis del pensamiento colectivo sobre asuntos públicos, que
generalmente expresan grandes medios de comunicación masiva. O sea, la opinión
pública es una suerte de síntesis de lo que dicen los medios de comunicación
mas importantes, porque la opinión publica -dicho esto en el sentido
tradicional-es un poco la opinión de todos.
Los grandes medios
Ahora bien:¿de quién son los
grandes medios de comunicación?.Como sabemos, la mayoria son privados y de muy
grandes empresas, asi que lo que nos dice la frase, es que esos medios de
comunicación privados expresan a la opinión pública, por lo que la opinión
pública, entonces, opina lo que quiere la opinión privada. El personaje de la
caricatura, agrega, aliviado, que es una suerte que la opinión pública, o sea todos
o una gran mayoría, no se haya dado cuenta.
La impotencia
Porque de lo que se alegra el
personaje de la caricatura, con mucho cinismo, es que una importantísima masa
de ciudadados no advierten la jugarreta y, convencidos de que es un pensamiento
propio, repiten lo que todos los días esos medios dicen, que con toda claridad
está dicho para su exclusiva conveniencia.Por eso la afirmación de la frase:
opinan lo que quiere la opinión privada. Y por eso la impotencia de quienes se
dan cuenta y no saben cómo hacer para explicarle al que todavia no se dio
cuenta, que lo convencen de lo contrario de lo que le conviene.
Un fenómeno en gran escala
Es un fenómeno extraordinario,
que jamás se había dado en una escala tan gigantesca, fruto de la enorme
concentración de medios en pocas manos y del impresionante desarrollo de
disciplinas de la comunicación social, la sociología,la psicología, la
psicología social y anticipado en la literatura de ficción, como en 1984 de
Orwell o Un mundo felíz, de Huxley, entre otros.
Modelar las mentes
Con el uso intensivo de técnicas
cuyo fin es modelar las mentes de las personas, suprimiendo la mirada y el
pensamiento crítico ya muy acotado por la pérdida del hábito de la lectura y
por la feróz influencia de la TV, se obtienen resultados en algunos casos
transitorios (como ganar una elección), semipermanentes (como convencer de que
el Estado es mal administrador) o permanentes (como modificar pautas
culturales).
Un efecto dispar
Sin embargo, el efecto no es para
todos igual; o sea, no todos los destinarios de esos mensajes creen en su
contenido, con lo que el resultado es dispar, aunque es suficiente que sea
exitoso en un sector de la población, como ha ocurrido en nuestro país. Es
suficiente que sea asi, para, por ejemplo lograr un triunfo electoral. Pero
para tener también una opinión pública fracturada, en constante ebullición de
contenidos contrarios. Si el lector tiene en mente una palabreja que se usó
hasta el hartazgo desde hace tres años a esta parte, acierta.
El final
Es difícil anticipar el final de
estos fenómenos cuyo vértice es el engaño.Pero sí se puede decir que en algunos
puntos, algunas cosas se modifican, cambian y despiertan mentes, lo que ocurre
cuando uno de los principales aspectos de la realidad, el tema de los ingresos,
se llevan por delante el bolsillo de las personas.
Eso está pasando con los aumentos
salvajes de tarifas, con el desmedido aumento de otros precios (que quizás sea
injusto llamarle inflación), que atraviesa negativamente el modo de vida de los
argentinos y resultan de una injusticia pocas veces vista. Muchas personas
están despertando de la dormidera de la publicidad manipulada.
Quizas nada mejor para definir
esto que decimos para concluir, que aquel pensamiento de Lincol, tan vigente
hoy: se puede engañar a todo el mundo algún tiempo,se puede engañar a algunos
todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.
*Necochea Digital