Lo que estamos viviendo. A decir verdad, no estamos como a
principios del 2020, sino sensiblemente mejor, distando de ser una buena
situación. No es fácil poner en marcha un país destruido hasta los cimientos,
acosado por las deudas, una pandemia que fue sorpresa para todo el mundo; para
la cual, la única herramienta disponible era el encierro. Agreguemos la
machacona campaña de desprestigio y oposición “fabricando verdades que no
existen” y de un auditorio receptor de las mismas de los medios audiovisuales
al que lo entretienen con programas que anestesian el razonamiento y no dejan
ninguna enseñanza. Alguien, alguna vez escribió: “quien elija a un hombre para
conducir, no pocas veces se verá defraudado”. Lo cual tiene bastante de verdad,
porque, debemos tener en cuenta que las estrellas de primera magnitud –en
cuanto a conducción política se refiere- con el carisma, el conocimiento, el
olfato político, que consiga reunir el equipo adecuado y la audacia necesaria
para crear y gobernar, apenas surgen en nuestro mundo, una o dos por siglo. De
todas maneras, con paciencia, conocimiento y método se pueden lograr metas. Hoy
estamos en ese camino, con todas las dificultades habidas y por haber, con los
aciertos y errores; con la inflación debidamente manipulada por los grandes
grupos económicos y los avivados de siempre (que no son todos peces gordos,
sino que hay medianos y pequeños incluidos en esa acción), representa la lucha
por la distribución de la riqueza. Algo complejo de entender para Doña Rosa,
quien con justa razón quiere llegar a fin de mes con el sueldo, como cualquier
hijo de vecino; los de abajo siempre han puesto el hombro para levantar al país
¿Y los de arriba? ¿cuándo lo hacen La Sociedad Rural, la Bolsa, los bancos, las
cerealeras, las grandes corporaciones? Generalmente estos últimos se han
especializado en sacarle el jugo al país, en exprimirlo hasta dejarlo exangüe,
con la bicicleta financiera, evadiendo impuestos, fugando capitales. Todo eso
no es nuevo y es padecido por todos los países, nada más que, en otros, cuando
agarran a los responsables se van a pasar una temporada a la sombra”. Acá,
cuando le aplican la ley, se quejan de coartar la libertad de comercio o cuando
tratan de evadir el impuesto a la riqueza, que no es invento argentino.
La Suprema y su “famiglia”. El
Descarado accionar de desviar a todas las causas sensibles al poder
económico y sus cómplices a Comodoro PRO, en consonancia con los fallos de los
supremos, no deja de provocarnos estupor, seguido de ira y vergüenza. Más aun,
cuando la evidencia palmariamente conocida del affaire Lago Escondido, los medios
hegemónicos trataron de ocultarla. Jueces venales funcionales al poder
económico no ocultan el doloso accionar, lo cual expresa una caradurez
superlativa. El prevaricato, su herramienta, así como su deleznable inmoralidad, solo quienes con un
alma negra como la de Los Supremos, el “juez docente” y de otros estamentos
intermedios, pueden estar en contra de los intereses Nacionales. Esos, no solo
deben ser sometidos al juicio político, sino denunciados como traidores a la
Patria; Lago Escondido, es el emblema del menoscabo de la soberanía y el herido
amor patrio que sienten millones de argentinos, sino también es, un ejercicio
del clásico mercenario o cipayo, algo propio de ruines y mezquinos intereses
locales, en complicidad con foráneos. Habría
que preguntarles: ¿cuál es la cantidad de billetes “color verde coima”, por la
que fueron comprados? Si no tuvieron
pudor en aceptar la oferta ¿por qué lo tendrían en “blanquearla?
Sembrando vientos. La continua amenazante y violenta prédica de Juntos
por el Queso, no se limita a difundir solamente la intensión de hacer un país a
la imagen y semejanza de sus conductas; es decir un páramo en donde la
destrucción lisa y llana de derechos, de la industria nacional, el
establecimiento de un “empresariado minero y exportador de recursos naturales”
–todo según el modelo que el Reino Unido había asignado a nuestra Patria en el
siglo XIX y XX. Para llegar a eso solo existe un medio: el ejercicio de la
violencia hasta llegar al completo sometimiento de los de abajo, es decir
nosotros. Nada de manufacturas locales, nada de industrias del conocimiento, nada
de universidades, solo la fuerza bruta y una legión de desocupados con hambre,
es lo que desea Juntos por el Queso. Por supuesto, la reacción existirá, y los
vientos se transformarán en tempestades. ¿Pensó ciudadano en esa posibilidad?
¿pensó seriamente? ¿le parece bien a ud., que se vuelva a destruir todo lo
recuperado hasta este momento? ¿Le parece bien que la gran mayoría de los
ciudadanos deban pasar hambre por falta de trabajo? ¿estaría bien padecer la
falta de vacunas contra enfermedades erradicadas tal como sucedió durante el
gobierno de Mau o carecer de salud pública? ¿cree ud., que, mediante la
violencia impulsada por Juntos por el Queso (con Larreta, Bullrich o con quien
sea) logrará estar mejor?
*Dr. Hector Pomini / 5-2-2023