Se abren los sobres de la licitación del dragado y balizamiento. El martes 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, se abrirán los sobres para volver a licitar el dragado y balizamiento del río Paraná.
Como si nada hubiera pasado, hay
quienes juzgan que ésta puede ser la antesala —más retorcida y mañosa— de la
repetición del desastre de 1995 cuando el gobierno menemista desguasaba todo y
dejaba una Argentina desvalijada y débil cuyas consecuencias todavía seguimos
pagando.
Llamada ahora "licitación
corta", ésta parece ser sólo la primera página de una reconcesión ya
repudiada y en todo sentido agraviante para miles de trabajadores argentinos.
Se llama "corta" porque estará vigente sólo hasta el próximo
septiembre, pero en esencia es más de lo mismo. Porque la creación del Ente
Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable, en sí no garantiza nada en
favor de la soberanía, ni tiene en cuenta más que los intereses de las
agroexportadoras extranjeras. O sea: desatiende que el Paraná en toda su
extensión debe vincularse a través del Canal Magdalena (del que ya ni se habla)
con toda la costa atlántica argentina y la Tierra del Fuego, la Antártida e
Islas del Atlántico Sur. O sea, una política marítima y costera integral y
nacional.
Cierto que el cobro del peaje a
cargo de la Administración General de Puertos (AGP) ha sido un moderado buen
intento, pero ahora habrá que ver cómo se preparan los pliegos para una
licitación de largo plazo que controlaría los trabajos de mantenimiento,
dragado y balizamiento a futuro. Lo cual, en sí, no es una solución para esta
república. Y la prueba es que al vencer la concesión de Menem el dragado lo
siguió haciendo la cuestionada súperempresa belga Jan de Nul (llamada Compañía
Sudamericana de Dragados) y su socia la Empresa Metalúrgica Patricias
Argentinas (Emepa S.A.) presidida por el dirigente radical Gabriel Romero, que
supo sentarse a la mesa de todos los gobiernos desde Alfonsín hasta ahora,
cuando reaparece asociado a capitales chinos cuestionados en media docena de
países.
Parece cantado que después la
licitación larga se hará en favor de los poderes transnacionales con sus aliados
argentinos, y que no se detendrán hasta la lisa y llana entrega definitiva de
nuestra soberanía si el gobierno nacional no advierte que toda nueva concesión
será más de lo mismo. Como sostiene esta columna: algo así como entregar las
Malvinas a Inglaterra y la OTAN de una vez y para siempre.
Y es que como acaba de afirmar el
incansable diputado santafesino Carlos del Frade, "lo que está en disputa
son los destinos de los 30.000 millones de dólares que se exportan por el
Paraná y que es fundamental tener la administración y el control pero también
la planificación de lo que entra y sale por el río como también por sus
puertos". Y para lo que es imperioso que el Estado Argentino administre,
regule y controle absolutamente todo lo que entra y sale por el río, y hacia y
desde cada uno de los 70 puertos que tenemos y que también hay que nacionalizar
con urgencia. De lo contrario el 28 asistiremos a una nueva genuflexión y
entrega del patrimonio nacional, y en circunstancias gravísimas porque nada
indica que se repudie el pago de la deuda fraudulenta contraída por el macrismo
y que se planea encajarnos a millones de compatriotas que en lugar de deudores
debemos considerarnos acreedores.
La cuestión no es sólo la
extensión temporal de las licitaciones, obviamente bajo sospecha dados los
antecedentes de los participantes. La cuestión es la mentira que se está
tapando y que es asombroso que nuestro gobierno no pueda o no quiera ver. Como
señala Luciano Orellano, autor del más importante libro en esta materia
("Argentina sangra por las barrancas del río Paraná", Editorial
Ágora, 2021): "Se nos ha dicho hasta el cansancio que los argentinos no
tenemos dragas; que no se pueden comprar; que no se consiguen en el mercado
mundial; que sería una inversión millonaria; que no tenemos recursos; que lo
que hay son fierros viejos, hundidos, chatarra; que sólo dos o tres empresas en
el mundo tienen las condiciones y la capacidad de hacer un trabajo tan especializado.
Y lo más grave, que hace a la humillación de los trabajadores, es que se dice
que no tenemos los recursos humanos, técnicos y profesionales para poder
operar". Todas mentiras, sostiene Orellano: "argumentos falsos y
mentirosos, pagados por el lobby de empresarios, exportadores, bolsa de
comercio, funcionarios y hasta dirigentes sindicales y políticos, que deforman
y controlan a la opinión pública".
Por su parte el Ente Nacional
parece desconocer el sistema fluvial argentino, que es mucho más que los tramos
que interesan a agroexportadores que ni pesan ni pagan impuestos. El verdadero
sistema hídrico nacional, el "sistema Paraná", no puede dejar afuera
a los ríos Pilcomayo, Paraguay, Bermejo, el Alto Paraná e incluso todo el norte
del río Uruguay. Por eso las autoridades sólo quieren seguir dragando el Paraná
Bravo y el Canal Punta Indio, que convienen a las exportadoras transnacionales
que mandan en el Uruguay actual, escandalosamente britanizado.
El Paraná ha vuelto a ser eje
central de entrega a un neomenemismo que ya es obvio que está desatado. Y no se
piense que es fantasía. La fantasía puede ser creer que esto pasará fácil y
pronto, o que el pueblo argentino se reisgnará sin protestar. Error grave,
porque la Argentina no puede seguir impávida en este camino de genuflexión que
a la entrega del Paraná suma la del litio, la megaminería, bosques y acuíferos,
la pesca ilegal, el latifundio y los agronegociantes forrándose a costa del
pueblo y tanto más.
Hay dos principios fundamentales
que nuestra república logró con inmenso dolor: la paz y la democracia. Pues
debiera enterarse todo nuestro gobierno que están en peligro y que las
cuestiones de soberanía son fundamentales para preservarlas. Hay que escuchar a
la poblacion y bien haría el gobierno nacional en reflexionar el ejemplo de
Chubut.
Y también el del oxígeno
publicitado y aplaudido por algunos ministros jóvenes, porteños y más bien
cholulos, mientras nadie se explica por qué Australia, gigante de geografía
casi igual a la patagónica pero mucho más grande, no hace lo mismo en su
territorio pero sí viene aquí. Respuesta: porque ese oxígeno es altamente
contaminante y allá no los dejan dañar su continente.
Lo cierto es que, igual que en el
95, esta licitación, corta o larga, implicará el inicio de la nueva y acaso
definitiva entrega del Paraná. Inevitable y lógicamente, por eso, ya hay
quienes llaman a una movilización nacional para el 10 de enero en la ciudad de
Rosario.
Es innegable que hay diálogos
cerrados y eso nunca es bueno. Pero sucede que para gran parte de la población
la cuestión de estas concesiones no es por cuanto tiempo ni en qué condiciones.
Lo fundamental es que no se concesione nada más. Hay que terminar con prácticas
menemistas que sólo alentaron corrupción, ineficacia, destrucción de trabajo
argentino y daños ambientales incalculables.
El camino no es otro que retornar a políticas de justicia social, de soberanía y de reestructuración in totum del cavernario sistema judicial que agobia al país entero. Y ese camino pasa, sin la más mínima duda, por una Nueva Constitución Nacional. Ese clamor que viene creciendo desde lo más profundo de la Argentina.
* Periodista, docente y escritor. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Poitiers, Francia.