Con mi familia, mi esposa María, mis hijas de 2 y 3 años y Gustavo mi primer hijo varón, de tan solo dos meses,
nos preparábamos para festejar la Navidad, allá por diciembre de
1975.
Estaban mis suegros, y entre
otros, la tía María, hermana de mi suegra Josefa, cuando le avisan algo y se
fue muy nerviosa.
En esos momentos estaba
ocurriendo la madre de las batallas en una de las épocas más oscuras de nuestro
País.
Una organización guerrillera
intentaba el copamiento del batallón de arsenales del Ejército Domingo Viejo
Bueno, de la localidad de Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires.
Enfrentamiento que anticiparía la criminalidad del Ejército que torturaría y
asesinaría a los rendidos, entre ellos Norma Finocchiaro, prima de mi esposa.
En esos días el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), realizaba
el ataque al batallón de Viejo Bueno, en Monte Chingolo, provincia de Buenos
Aires, un plan que les fracasó, porque el EA ya estaba advertido porque había
logrado infiltrar gente de su Servicio de Inteligencia, en las filas
guerrilleras.
Luego de la rendición, fue tal
vez allí donde comenzó, lo que después del golpe de estado impondría el
ejército, la tortura y desaparición de detenidos.
La gran crisis económica
instalada desde la interrupción democrática, la proscripción política, persecución,
tortura y exterminio, iniciados con el golpe de 1955 con el derrocamiento de
Perón, impulsaría la violencia política que desembocaría en la movilización
popular del 69 año del “Cordobazo”, que me tocó vivir haciendo el servicio
militar en el RI3 de La Tablada provincia de Buenos Aires.
Esa época fue el comienzo de
las guerrillas urbanas como un intento de recuperar las pérdidas de derechos
impuestas a los trabajadores y siguiendo el modelo cubano, se buscaba
reemplazar a las Fuerzas Armadas de la oligarquía" por "fuerzas
armadas populares".
Llegábamos a fines de 1975
con una fuerte pérdida del poder adquisitivo, época del "Rodrigazo",
un plan aplicado por el entonces ministro de Economía, Celestino Rodrigo
(vinculado a López Rega) donde se decreta una devaluación del 150 por ciento,
aumento de tarifas del 200 por ciento y aumento de combustibles del 172 por
ciento. La inflación que rondaría el 300 por ciento. Lo sufrí en carne propia
por ser la época que estaba construyendo mi humilde casa de 58 mts2. Por un
plan del Banco Hipotecario Nacional.
Época de terror y
desconocimiento, muchos no entendíamos bien que pasaba, se sucedían
enfrentamientos entre bandas parapoliciales de ultraderecha y organizaciones
armadas, hasta que llegó el orquestado golpe militar del 76, que también sufrí,
pues el marino que había sido designado por el gobierno de facto, como Director
del Teatro Argentino de La Plata, despidió a la mitad del personal y me tocó a mí
con tres pequeños hijos (Gustavo de solo 9 meses).
Volviendo a la batalla de
diciembre de 1975, el ERP, en realidad su brazo armado, al decidir el
copamiento del regimiento de Viejo Bueno, planeaba quedarse con un importante
armamento para continuar su lucha armada.
Por lo que he leído y consultado
posteriormente, el plan contemplaba la acción de más de un centenar de jóvenes,
para combatir respaldados por grupos de contención distribuidos por distintos
puntos del Conurbano, con el propósito de impedir la movilización de las
fuerzas de seguridad y del Ejército.
Recuerdo el relato de Celia,
prima de mi suegra, que se trasladaba a trabajar a la fábrica Alpargatas y por
un corte que habían realizado los combatientes, no pudo pasar.
Por los infiltrados del
ejército entre los combatientes, se pudo organizar la defensa del lugar y
sabotear algunos armamentos que utilizarían los guerrilleros.
La historia dice que cuando
momentos antes de amanecer un camión repleto de guerrilleros ingreso en el
cuartel fueron sorprendidos por efectivos del Ejército que los esperaban en el
interior de la unidad y que, en pocas horas, repelieron el ataque.
El saldo final del combate
fue un número impreciso de casi 70 integrantes del ERP caídos en el cuartel y
en las zonas cercanas, incluidos unos 30 detenidos que fueron torturados y
fusilados ilegalmente; entre los que se encontraba Norma, prima de mi esposa, una
de los cabecillas, que ingresó con total fervor, enceguecida por la
desaparición poco días antes de su amado esposo Jorge, a quien nunca más pudo
ver. A esto hay que sumarle medio centenar de civiles muertos en los
alrededores, y 10 militares y policías abatidos.
La derrota en Monte Chingolo
constituyó un duro golpe para el ERP que desde ese momento comenzó a reducir su
actividad y casi desaparecer.
Hoy, en estos tiempos tan
difíciles de falta de trabajo, problemas de vivienda y alta inflación,
recordamos aquellos días con temor y deseando que no regresen.
*Eduardo Finocchi / Fotógrafo / Webmaster / 4-2022

