“Los pueblos actúan por intuición, no por racioncinio”.
Junio 4 de 1943. Fiel observador de la realidad
socioeconómica de la Patria, el Ejército Argentino ante las elecciones de 1944, asume el rol de actor político para
evitar un nuevo fraude conservador. Un país atrasado, económicamente
dependiente y endeudado, socialmente en ruinas, inicia una etapa de cambio. Se
establecen derechos laborales, se inicia un proceso de industrialización, al
mismo tiempo que el gobierno resiste presiones para el ingreso a la Segunda
Guerra Mundial del lado Aliado. Las acciones de un Coronel afectan intereses al
mismo tiempo que su popularidad aumenta. La acumulación de poder provoca la
reacción dentro de las filas del EA, es desplazado y encarcelado, lo que genera
la reacción de la masa trabajadora, que exige su presencia frente a la Casa
Rosada. Esto ocurrió el 17 de Octubre de 1945, algo que nadie esperaba. Sigue
el período de transformación que se prolonga hasta 1955, en el que, el líder es
desplazado de la Presidencia, acción no libre de injerencias externas. La
siguiente etapa se torna regresiva en cuanto a la política y a la economía: se
contrae deuda que hasta el presente existe. Nos transformamos nuevamente en un
país tributario del poder económico externo con la ayuda de los enemigos
internos de la Patria. El desarrollo industrial se enlentece.
El Odio. Es un sentimiento de aversión hacia una persona, lo cual
puede extenderse a un determinado grupo social. Según Sigmund Freud en carta a
Albert Einstein, dice: Los conflictos de
intereses que surgen entre los hombres se resuelven pues, en principio, por la
violencia. Así sucede en todo el reino animal, del que no podría excluirse al
hombre. Se comprende de esta manera el por qué, previo al golpe de 1943, el
estado social de nuestro país era el de la quasiesclavitud, con marcada
ausencia de derechos laborales y una pobreza peor que la franciscana. Los indicadores
de salud lo manifestaban. En el trabajo del Dr. Pedro Escudero –ya mencionado
en otra nota-, se estableció que el 30% de los ciudadanos convocados para el
Servicio Militar Obligatorio era rechazado por raquitismo, baja estatura, débil
contextura y tuberculosis; a eso le debemos agregar un 4% más por oligofrenia, todo
producido por la deficiente alimentación; algo gravísimo en el país de los
alimentos. Todo eso había sido detectado por el Ejército, cuya oficialidad
tenía el contacto a diario con la realidad de las clases más postergadas.
Éramos apenas un país de economía agraria. Aunque es deber hacer notar que el
período de industrialización había comenzado unos meses antes impulsado por el
Presidente Ramón Castillo, con la creación de Fabricaciones Militares y Altos
Hornos Zapla, se producía acero; la creación de la Flota Mercante del Estado
etc. El odio de las clases altas se proyectaba hacia las clases más postergadas,
las que accedían a mejores condiciones de trabajo, asistencia social,
previsional y posibilidad de capacitación de la mano de obra, que trajo una mejora
en general de su status. En realidad, a las clases altas les molestaba que los
de abajo mejoraran, realmente querían que permanecieran en el estado de
sometimiento. Ese odio le impidió a las clases acomodadas, ver que el bienestar
de los de abajo les traería mayores ganancias por aumento del consumo de
bienes. El odio enceguece y anula cualquier pensamiento crítico.
Dura lex, sed lex. El sometimiento a juicio de cualquier
individuo requiere de un procedimiento ajustado a derecho. La máxima que inicia este párrafo, se traduce como “La ley es
dura, pero es la ley”, o sea una regla a la cual se debe someter cada uno de
los actuantes. La vicepresidente tiene varias causas, sean reales o “armadas”,
por lo tanto su procesamiento es pasible de ser incluido dentro de las
normativas que competen al debido proceso. Por el contrario, tanto los
acusadores como quienes deben fallar, incurrirían en delito de no actuar
conforme a la ley. Si el acusador “corre con el caballo del comisario”, ya sabemos
cual ha de ser el veredicto; o sea se comete prevaricato: fallar en contra de
lo que se ha establecido por ley.
Don Gato y su pandilla. El ascenso al poder de Mau y los suyos
redujo a escombros las mejoras obtenidas en el período 2003-2015 (Pago de toda
la deuda al FMI, mejores salarios reales entre otras acciones). De la misma
manera que la gangrena, el copamiento de un sector del Poder Judicial, puso en
evidencia la corrupción en el sistema; éste, fue cómplice y actuó no pocas
veces, para cohonestar la farsa de justicia de la gavilla que accedió al poder.
Con cara de “yo no fui o de piedra” representaron y representan una justicia a
la medida de los intereses de clase y antinacionales. Piensan que solo el
dinero legitima el Derecho. Todo acompañado con una campaña de odio que la
oposición proyecta sobre el resto de la ciudadanía. La reacción producida días
pasados ante una teatralizada acusación, puso en alerta, no solo a la oposición
y sus cómplices. El atentado contra CFK dio más energía a la manifestación de los
ciudadanos comunes, siendo ésta, una advertencia no solo para la enfermiza
oposición, sino también para la conducción del FDT. Las bases están llegando al
límite de la tolerancia, esperemos que no se llegue al “tronar del escarmiento”.
Por lo tanto, es necesario llegar a la calma y que cada uno de ambas
conducciones políticas revean sus conductas. Sea esto, por el bien de la
Patria, porque, quien siembra vientos, recogerá tempestades ¿Qué piensa ud.
ciudadano de los acontecimientos?
*Dr. Hector Pomini 3-9-2022