La importancia de las palabras del presidente Alberto Fernández sobre la necesidad de valorar una zona por muchos desconocida. Los últimos logros en el continente blanco y los reclamos soberanos sobre las Islas Malvinas. Cómo incorporar a la Antártida en la conciencia nacional.
Son dos fechas que encierran la vocación nacional de soberanía de una parte y el pacto internacional de la otra que limita temporalmente intereses. En 1904, se produjo en Buenos Aires la transferencia al Estado argentino de las instalaciones montadas en la isla Laurie, integrante del archipiélago de las Orcadas del Sur, construidas por una expedición escocesa. En 1959, se firmó – 14 años después de terminada la Segunda Guerra Mundial – el Tratado Antártico que hace concurrir en suspenso los diversos reclamos territoriales sobre el Continente Blanco y lo desmilitarizó. El 22 de febrero de 1904, el presidente Julio Roca firmó el decreto 3073/1904 por el que fue creado el Destacamento Naval Orcadas, al comprar por 5 mil pesos moneda nacional, las modestas instalaciones cuya entrega protocolizó el embajador británico en Buenos Aires. El 30 de marzo de 1927 se inauguró allí la Estación Radiotelegráfica Orcadas, también la primera instalación en su tipo en la Antártida.
La Argentina es firmante original del Tratado Antártico, cuya Secretaría Permanente está situada en Buenos Aires desde 2004.
La base Marambio a la que arribó el martes 22 el presidente Alberto Fernández, constituye la puerta logística de la Antártida argentina, instalada en 1969 y conteniendo la pista en la que, en 1969 aterrizó por primera vez un aparato utilizando un tren de aterrizaje convencional (es decir, con ruedas) y también, por primera vez, la llegada de un Hércules C-130.
La llegada del Presidente constituye un acontecimiento después de 25 años del arribo de un mandatario nacional a la región. Antes de Carlos Menem, lo habían hecho Arturo Frondizi y Raúl Lastiri. “Marcar presencia” es también uno de los ejercicios válidos y eficaces para subrayar derechos de soberanía.
La acción argentina en la Antártida subraya el concepto de “bicontinentalidad” como expresión de una vocación nacional que subraya la paridad entre las tierras situadas al norte del Pasaje de Drake y las ubicadas al sur, objeto del reclamo de soberanía. Así lo expresa desde 2020 el nuevo mapa oficial de la Nación.
Un presidente argentino habló, no hace mucho tiempo, de que la Argentina debía “avanzar al sur, al mar, al frío”, al justificar su proyecto de trasladar la Capital Federal a la Patagonia.
El reclamo argentino por la soberanía en las Islas Malvinas y los demás archipiélagos incluidos en esa demanda, se ha revitalizado en los últimos tiempos, del mismo modo que las acciones de Defensa en la zona. Por una parte, la constitución del Comando Marítimo Conjunto (CCC) dependiente del Comando Operacional de las FFAA, ha permitido reforzar la vigilancia del tránsito en el Mar Argentino y controlar mejor desde el pasaje de barcos de guerra hasta la presencia de pesqueros.
Por otra parte, un radar fue instalado en la zona de Río Grande (Tierra del Fuego) por primera vez, para incrementar la mirada sobre el tránsito aéreo en la zona. Finalmente, la reubicación de aviones Pampa en la base aérea de Río Gallegos, efectuada hace pocos días permite un mayor control en la región. El Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR), dependiente también del Comando Operativo de las FFAA es otra expresión de un esfuerzo específico para coordinar y potenciar las tareas argentinas en la región.
La enorme extensión del Mar Argentino, los territorios ocupados por la potencia colonial integrante de la OTAN y la perspectiva antártica con su dimensión bicontinental, ubican asociados estas enormes cuestiones en el primer plano de la dimensión territorial de la soberanía nacional y de su política exterior.
A estas disposiciones se suma el incremento de la actividad científica en la Antártida y las aguas del Sur que implican además de una contribución a la Humanidad, una renovada manifestación del interés nacional en aquellas zonas.
El discurso del Presidente en la base Marambio apuntó, en una diversidad de alusiones a excitar la vocación nacional por el territorio. Hay más ciencia argentina que poesía sobre la Antártida y los programas como el Pampa Azul de investigación científica abonan una política que avanza a ser permanente.
Al hablar en el Día de la Antártida Argentina aludió a las riquezas conocidas y las todavía desconocidas de la zona y al compromiso con la conservación del ambiente. Planteó una memoria del pasado – la guerra de Malvinas, la construcción de proyecto democrático para el país desde hace 40 años- cuestiones que pertenecen a la inmensa mayoría de los habitantes del país.
Diseñar una nueva utopía, aquella de la incorporación verdaderamente encarnada de la Antártida en la conciencia argentina, es todavía más compleja como tema para que se convierta en parte de la cotidianeidad nacional. Este es el desafío en marcha.
*Es licenciado en Ciencias Políticas (UNAM, México), doctor en Comunicación (UNLP) y periodista. Profesor titular de Historia del Periodismo y las Comunicaciones en Argentina (UNLP), de Diseño de la Información Periodística (UBA) y director de la Maestría en Periodismo (UNLP). Fue jefe de Prensa en la gira electoral de Héctor Cámpora en 1973 y director de Comunicación Social del Ministerio de Defensa (2005-10). Fue director de la Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social (UNLP), secretario de Cultura y Extensión Universitaria (UBA) e integrante del Consejo Directivo de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social. Recibió el premio Rodolfo Walsh de la UNLP y el premio a la trayectoria de la escuela TEA. Entre otros libros publicó El peronismo de la victoria y Peronismo: cultura política y educación (1945-1955), en colaboración con Adriana Puiggrós.