A 53 años de su
“Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”
En una era de
negacionismos, un Gobierno nacional que desmantela al Estado para abandonar a
la Argentina en el extractivismo salvaje, el despojo territorial y el ecocidio;
mientras desfinancia la salud, la educación y la ciencia, quisiera evocar el
mensaje precursor que el general Juan Domingo Perón nos dejó como legado desde
el exilio forzado en Madrid, el 21 de febrero de 1972.
En aquel
emblemático “Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”,
particularmente dirigido al entonces secretario general de la ONU, Kurt
Waldheim, por la proximidad de la Conferencia de Estocolmo, Perón alertó sobre
la urgencia de concientizar a las naciones sobre “la marcha suicida que la
humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medioambiente y la
biósfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno
de la población y la sobreestimación de la tecnología".
Como todas sus
ideas –innovadoras y a la vanguardia de su tiempo–, aquella carta resonó en el
escenario político mundial y tuvo como corolario la creación del Día Mundial de
la Protección de la Naturaleza para visibilizar el daño ambiental, educar,
prevenir y erradicar todo acto que sea nocivo para los ecosistemas y para el
planeta en su conjunto.
Tras medio siglo
de acción ambiental, su advertencia ha dejado huellas en la Agenda 2030 y en el
llamamiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por
las Naciones Unidas. Sin embargo, mientras deben intensificarse los esfuerzos
para poner fin a la pobreza, reducir las inequidades en todas sus formas y
reducir los efectos del cambio climático para garantizar el bienestar de las
personas y su entorno, nuestro país enfrenta el mayor retroceso desde el
retorno de la democracia.
Mayor
cooperación internacional e integración regional
Ante un Gobierno
nacional que no solo ha ralentizado la acción climática y ambiental, sino que
también busca reeditar un mundo bipolar del siglo pasado, la dirigencia debería
leer más a conciencia al gran estadista y poner en acto sus enseñanzas para
reencauzar a la patria en la nación pujante, justa e igualitaria que los
verdaderos principios del peronismo supieron lograr.
Con mucha
antelación y en una etapa de la historia en la que se recrudecía un mundo
signado por la división Occidente-Oriente, nos alertaba sobre la realidad de
muchas naciones en desarrollo que, apremiadas por el endeudamiento, ponían en
riesgo su supervivencia si no trabajaban conjuntamente fortaleciendo la
integración.
De esta manera,
su mensaje fue una invitación al compromiso regional y global de las naciones a
forjar vínculos de solidaridad. Lejos de pensar en una Argentina alineada con
pensamientos radicalizados, el general Perón de 1972 concebía para nuestra
nación un rol de liderazgo en un posicionamiento geopolítico equidistante en el
que el nacionalismo inaugural debía desplazarse hacia una verdadera unidad
latinoamericana con el fin de insertarnos en una agenda mundial que nos
permitiera tener incidencia en problemas sociales, ambientales y económicos.
El general
Perón, en contra la “marcha suicida”
Fiel a sus
históricas reivindicaciones, el conductor del justicialismo nos invitaba a una
concientización sobre la acción climática y ambiental. Y sostenía que ya era
hora de que la humanidad tomara la iniciativa para luchar contra las
desigualdades, el consumo desmedido y el ataque brutal al medioambiente. Ya era
hora, afirmaba, de “invertir de inmediato la dirección de la marcha”. De lo
contrario, la misma se convertiría irremediablemente en una “marcha suicida”.
Sí, en 1972,
cuando la gran mayoría de los países centrales estaban embarcados en la más
precipitada carrera de consumo, contaminación, hiperproducción y extractivismos
desmedidos, su presagio ya proponía una agenda proactiva, es decir,
adelantarnos a los hechos. En efecto, en aquel entonces, fue capaz de avizorar
que el ser humano no debía escindirse de su entorno y que asegurar el cuidado del
planeta era, sin duda, garantizar la vida, la paz y el bienestar de las
personas.
En tiempos de
desfinanciamiento y desmantelamiento de todas las políticas públicas para
prevención, mitigación y resiliencia ante desastres climáticos, el Gobierno
nacional avanza con su “motosierra” sobre nuestros recursos naturales, ignora y
es cómplice de los incendios patagónicos y mesopotámicos más crueles de los
últimos años, diezma los derechos de los pueblos originarios, vulnera nuestra
soberanía territorial y hasta es capaz de fomentar la matanza desmedida de
nuestra fauna autóctona. Un verdadero ecocidio protagonizado por Javier Milei y
sus cómplices.
Gran precursor
de la justicia ambiental
Ante el
escenario apremiante de una triple crisis global que compromete al cambio
climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, debemos luchar por
la justicia ambiental. Todas las personas tienen el derecho a un ambiente
saludable, limpio y sostenible. Y sabemos muy bien que, de no controlarse, las
consecuencias serán desastrosas para todas y todos, especialmente, las mujeres,
las diversidades, las infancias, las juventudes y las personas de mayor
vulnerabilidad.
Indudablemente,
reivindicar las palabras de Perón de hace 53 años nos permite dimensionar
cuáles son las verdaderas urgencias y mancomunar fuerzas para recuperar la
Argentina soberana, justa, igualitaria e independiente por la que todos los
días trabajamos.
Tras vislumbrar
el derecho a la ciudad y a la justicia ambiental, nuestro gran líder sigue
recordándonos cuál es el rumbo. Adelantado a su tiempo, nos enseñó que sin
justicia ambiental no es posible alcanzar la justicia social.
Hoy, en una
oscura etapa que amenaza a nuestra democracia y sus instituciones e intenta
arrebatar nuestros derechos para ampliar cada vez más las desigualdades de
género, generacional, étnica, territorial y ambiental, entre otras tantas, la
respuesta es una sola: más principios peronistas convertidos en políticas
públicas todos los días para volver a tener el país saludable y desarrollado
que nos merecemos.