La hermanísima ganó terreno con el repliegue de Caputo y suma problemas al presidente. La vice en punto de no retorno y un mensaje de alerta: “Peligra el proyecto”. Un mapa del Congreso del 11 de diciembre.
Una mamushka negra e infinita. Uno sobre otro, Javier Milei acumuló un arsenal de problemas. Dólar inquieto, amateurismo comunicacional y una paliza política, condimentado con un mix de dólares milagrosos, cajas fuertes y valijas escurridizas. Todo junto y en el peor momento del Triángulo de Hierro, la mesa chica libertaria en la que el presidente sienta a su hermana Karina y al operador Santiago Caputo.
¿La interna estalla por la crisis o la crisis se desmadra por la interna? “Es un triángulo isósceles”, aporta un operador karinista. Sugiere un cambio en la geometría del poder libertario, una ruptura del equilibrio. Porque uno de los actores del primer anillo, el “Dandy” Caputo, quedó relegado y ahora gravita menos que los otros dos. Algo es cierto: Milei cedió a la hermanísima todo el manejo del aparato político.
El 52 a 0 en el Senado –más abajo habrá un doble click sobre los 16 ausentes y las 4 abstenciones– en los proyectos de aumento a jubilados y lo que coparticipan parte del Impuesto a los Combustibles y los Adelantos del Tesoro Nacional fueron la coronación de la mala praxis política de Karina que, con letra de los Menem, Martín y “Lule”, aplica una lógica peronista: la única manera de camuflar la debilidad es comportarse como si se fuese todopoderoso. Puede fallar.
“Partido perdido, solo nos quedaba instalar una narrativa para distraer un poco”, dijeron en Casa Rosada cuando ya sabían que los esperaba una paliza en el Senado. Salió Guillermo Francos a hablar de desestabilización, Patricia Bullrich le apuntó a Victoria Villarruel y los trolls libertarios pidieron tanques en las calles. Daniel Parisini, el Gordo Dan, inauguró la línea con los “tanques a la calle” y otros que reportan al ecosistema Karina, en particular Franco Antúnez (@franFijap), propusieron dinamitar el Congreso.