Hace un tiempo se asiste a una mejora en la evolución de la pandemia. Tenemos la percepción que estamos saliendo. Pero lentamente la mortalidad ha comenzado a ascender. Es necesario retomar el camino de los cuidados.
Hace un tiempo venimos asistiendo
a una mejora sostenida en la evolución de la pandemia, con menos contagios y
muertes, con mayores libertades, con crecimiento de la economía. Todos tenemos
la percepción que de alguna manera (dependiendo el nivel de afectación que nos
produjo la pandemia) estamos saliendo. Se suma la temporada de verano y la gran
cantidad de eventos, fiestas, movilización poblacional, etcétera, a la que el
verano nos tiene habituados.
El efecto de la vacunación sobre
la historia natural de la enfermedad ha sido de una relevancia sin precedente
en la humanidad y da cuenta del poderío humano. También de sus miserias.
América y Europa superan el 60% de vacunados, mientras África apenas llega al
8%.
En nuestro país, la población
adhirió masivamente a la vacunación, con más del 75% con esquema completo. En
otros países con buena provisión de vacunas al igual que nosotros, no superan
el 50%. Rusia, por ejemplo, a pesar de ser uno de los desarrolladores, no logra
inmunizar a su población. Y así progresa la pandemia para ellos, sin lograr un
descenso pronunciado de la mortalidad. En Neuquén superamos el 90% de población
con esquema completo.
Sin embargo, y como puede
observarse en el final de la gráfica, lentamente la mortalidad ha comenzado a
ascender (El gráfico carece de datos numéricos intencionalmente). Esto es un
resultado inesperado, y ha llevado a muchos a re-pensar la visión sobre el
proceso y replantear la idea de que la pandemia está terminando.
Desde mi perspectiva, el gran
problema fue comunicar que la variable Ómicron sería tratada como una gripe
común, generando en la población la idea de que ya no requerían cuidados
especiales. Fui parte de esa comunicación, y cuando la gran demanda de
pacientes con Covid empezó a ser imposible de atender, me preguntaba hasta
cuándo estaríamos persiguiendo resfriados.
Pronto empezaron a aparecer los
pacientes complicados, las noticias de aumento de uso de camas de terapia
intensiva, las consultas vía Whatsapp de familiares y amigos con algún
internado, y esa “colita” al final de la gráfica que nos informaba
fehacientemente que algo no estaba bien. No es una “colita”, son personas que
hoy ya no están.
Recientemente la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) publicó un informe sobre ocupación de camas de terapia con un aumento del 4% al 31% a expensas de pacientes con COVID-19 adultos y un porcentaje del 76% de niños no vacunados en terapia intensiva. Sin embargo, vacunados con esquema completo con factores de riesgo también pueden tener una mala evolución, que si bien no termina en muerte, puede dejar secuelas para toda la vida. Por eso es importante el refuerzo de vacunación.
A diario vemos el nivel de
relajamiento de todas las medidas de cuidado, la subestimación sobre el poderío
de la variante Ómicron y ese 20% de los no vacunados haciendo gala de su
posición diferente, como si no estar vacunado fuera un acto valiente de
libertad. Y eso se representa en los número: el pico de contagios ha sido de
tal nivel que ha llevado el bajo porcentaje de daño a un número absoluto
relativamente alto.
Si observamos el pico, es cuatro
veces mayor al anterior que se produjo entre abril y julio de 2021, aunque si
observamos la relación con las muertes (el segundo ascenso en la gráfica
anterior en color verde) la diferencia es notoria. Sin embargo, el daño humano
muchas veces se produce porque un microorganismo, sustancia, o lesión produce
un gran daño, pero otras veces se produce porque algo que produce un pequeño
daño está tan extendido que termina generando el mismo daño. Para ejemplificar
concretamente, si este virus es cuatro veces menos virulento pero tengo cuatro
veces más contagios, el resultado será el mismo.
Debemos retomar con
responsabilidad y consciencia el camino de los cuidados, antes de lamentar
nuevamente un daño prevenible. Depende de todos nosotros, y en particular de
ese pequeño porcentaje que por razones insospechadas contradice todo lo que sabemos
y todo el esfuerzo que como sociedad estamos haciendo. Vos podés ayudar y
ayudarte.
La pandemia no terminó.
* El autor es médico rural.
Especialista en medicina general. Diplomado en gestión de salud. Trabaja
actualmente en el Hospital Junín de los Andes, Neuquén.