Al final todo estará bien. Si no está bien, no es el final. / John Lennon
Hace un tiempo se asiste a una mejora en la evolución de la pandemia. Tenemos la percepción que estamos saliendo. Pero lentamente la mortalidad ha comenzado a ascender. Es necesario retomar el camino de los cuidados.
Hace un tiempo venimos asistiendo a una mejora sostenida en
la evolución de la pandemia, con menos contagios y muertes, con mayores
libertades, con crecimiento de la economía. Todos tenemos la percepción que de
alguna manera (dependiendo el nivel de afectación que nos produjo la pandemia)
estamos saliendo. Se suma la temporada de verano y la gran cantidad de eventos,
fiestas, movilización poblacional, etcétera, a la que el verano nos tiene
habituados.
El efecto de la vacunación sobre la historia natural de la
enfermedad ha sido de una relevancia sin precedente en la humanidad y da cuenta
del poderío humano. También de sus miserias. América y Europa superan el 60% de
vacunados, mientras África apenas llega al 8%.
En nuestro país, la población adhirió masivamente a la
vacunación, con más del 75% con esquema completo. En otros países con buena
provisión de vacunas al igual que nosotros, no superan el 50%. Rusia, por
ejemplo, a pesar de ser uno de los desarrolladores, no logra inmunizar a su
población. Y así progresa la pandemia para ellos, sin lograr un descenso
pronunciado de la mortalidad. En Neuquén superamos el 90% de población con
esquema completo.
Desde mi perspectiva, el gran problema fue comunicar que la
variable Ómicron sería tratada como una gripe común, generando en la población
la idea de que ya no requerían cuidados especiales. Fui parte de esa
comunicación, y cuando la gran demanda de pacientes con Covid empezó a ser
imposible de atender, me preguntaba hasta cuándo estaríamos persiguiendo
resfriados.
Pronto empezaron a aparecer los pacientes complicados, las
noticias de aumento de uso de camas de terapia intensiva, las consultas vía
Whatsapp de familiares y amigos con algún internado, y esa “colita” al final de
la gráfica que nos informaba fehacientemente que algo no estaba bien. No es una
“colita”, son personas que hoy ya no están.
Recientemente la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva
(SATI) publicó un informe sobre ocupación de camas de terapia con un aumento
del 4% al 31% a expensas de pacientes con COVID-19 adultos y un porcentaje del
76% de niños no vacunados en terapia intensiva. Sin embargo, vacunados con
esquema completo con factores de riesgo también pueden tener una mala
evolución, que si bien no termina en muerte, puede dejar secuelas para toda la
vida. Por eso es importante el refuerzo de vacunación.
A diario vemos el nivel de relajamiento de todas las medidas
de cuidado, la subestimación sobre el poderío de la variante Ómicron y ese 20%
de los no vacunados haciendo gala de su posición diferente, como si no estar
vacunado fuera un acto valiente de libertad. Y eso se representa en los número:
el pico de contagios ha sido de tal nivel que ha llevado el bajo porcentaje de
daño a un número absoluto relativamente alto.
Debemos retomar con responsabilidad y consciencia el camino
de los cuidados, antes de lamentar nuevamente un daño prevenible. Depende de
todos nosotros, y en particular de ese pequeño porcentaje que por razones
insospechadas contradice todo lo que sabemos y todo el esfuerzo que como
sociedad estamos haciendo. Vos podés ayudar y ayudarte.
La pandemia no terminó.
*El autor es médico rural. Especialista en medicina
general. Diplomado en gestión de salud. Trabaja actualmente en el Hospital
Junín de los Andes, Neuquén.
Todos los datos corresponden a Our World in Data https://ourworldindata.org/