Esta nota sale en un contexto condicionado por la reciente movilización nacional en defensa de la educación pública y gratuita, la marcha federal universitaria, por lo tanto consideré oportuno abordar la relación entre el modelo dominante de agronegocios y la tarea comunicacional y pedagógica desarrollada por quienes lo propulsaron y sostienen en el tiempo, a fin de consolidarlo como un paradigma hegemónico en su sector. A su vez interpela el debate suscitado en cuanto al “adoctrinamiento” dentro del sistema educativo o la capacidad del mismo para promover un pensamiento crítico y creativo.
Así como en una nota anterior me referí al desafío de ir por la disputa en la construcción de sentido, contra un discurso único, en ese caso sobre uso y tenencia de la tierra; quiero desarrollar en esta el vínculo entre el logro de ese objetivo y la intensa tarea pedagógica y comunicacional de las instituciones que representan el sistema de agronegocios.
Cuando se introduce un nuevo modelo o paradigma en un sector de la producción, predominantemente conservador, como el agropecuario es necesaria una ardua tarea de comunicación para transmitir e instalar esa nueva perspectiva. Dado ese escenario, de una ruralidad globalizada[1], me interesa destacar la disyuntiva entre una agricultura con agricultores versus una agricultura sin agricultores; o también, entre un agricultor-productor y un empresario innovador.
Antes de continuar, describo el concepto de ruralidad globalizada según sus autoras, “nuevo sistema de prácticas materiales y simbólicas: desde las características de su agente económico hasta su destinatario-consumidor, pasando por el tipo de estructura organizacional, todos los elementos que lo componen tienen como horizonte lo global, con sus componentes intrínsecos de virtualidad y de flexibilidad”[2]
Para darle fortaleza a este modelo, fue necesario que se conjugara una sintonía en los diversos actores de la sociedad, tanto productores, ingenieros agrónomos, comerciantes y políticos, etc. Asimismo, se estableció un proceso colaborativo entre espacios tales como el académico, el asociativo y el mediático, para que esta propuesta lograra un arraigo de identidad en el ámbito rural y urbano con el fin de consolidar ese capital social.
Todo este proceso se inicia a fines del siglo pasado y produce un cambio y una ruptura entre los actores sociales que configuran lo que el común de la gente llama “el campo”. ¿Cuál es el lugar que hoy ocupa el chacarero o agricultor, que habita la tierra en la que produce?, ¿cuál es el rol del empresario innovador del agro surgido del modelo dominante? Y suscita las siguientes preguntas, ¿quién conduce o debe conducir la dirección ideológica del sector agropecuario?, ¿cuáles son las estrategias discursivas preponderantes? ¿cuál es el rol del Estado, de las políticas públicas?, ¿es un sujeto colectivo o una convergencia institucional?
La cuestión tecnológica, el discurso racional científico y su enfatizada eficacia interpelativa, como eje central de este debate, ha legitimado su visión del espacio rural, en contraposición a otras miradas sobre el territorio y su rol en el proceso de desarrollo nacional, dando primacía a una visión tecnocrática en desmedro de un enfoque sociológico y político.
Pregunta: ¿Pueden las innovaciones estar al servicio de la inclusión y el cuidado de la casa común? Un desafío interesante.
Entonces, retomando el inicio de esta nota y nuestro contexto de disputa sobre una educación pública y gratuita; cabe preguntarse cuáles son las responsabilidades y a quiénes le atañen, para favorecer un desarrollo formativo en un ámbito de libertad de pensamiento, diversidad de opinión y creatividad, sin menospreciar las inevitables tensiones que supone la confrontación y búsquedas de consensos en pos de modelos que puedan ser antagónicos o complementarios.
Algunos estamos convencidos del irrenunciable rol del Estado -sin dejar de lado la articulación con otros actores de la sociedad civil-, donde el gobierno debe garantizar a través de sus políticas públicas, como en este caso la educación, las condiciones que permitan a nuestro pueblo –como sostenemos en el IEFI[3]– construir igualdad, emancipación cultural y soberanía integral. Desde la territorial hasta la alimentaria y su condición de posibilidad es la soberanía científico-tecnológica en el marco de un proyecto de agroindustria nacional, que promueva la agricultura familiar. Nada de eso se podrá conseguir sin soberanía política. Y no la habrá si no discutimos un proyecto cultural de Nación y un proyecto de soberanía educativa, para la formación de una nueva conciencia colectiva en tiempos de encrucijada civilizatoria.
A quienes quieran ahondar o “curiosear” algunos programas educativos específicos, les dejo estos enlaces:
- Aula AAPRESID – Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa
- EduCREA – Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola
- Por el campo CASAFE – El gauchito tecno – Cámara Argentina de Sanidad y Fertilizantes
Como ejemplo de la construcción de un discurso hegemónico, podemos ver a continuación un cuadro sobre un relevamiento de las ofertas de carreras, maestrías y posgrados, que definen un marco conceptual cristalizador de un determinado modelo, el agronegocio, de las que disponen los futuros profesionales del agro y los diversos agentes de desarrollo:
Formaciones con contenido de agronegocios entre 1998 y 2006[4]
Institución | Tipo de formación |
UBA-Facultad de Agronomía | Maestría en agronegocios y alimentosCarrera de Especialización en agronegocios y alimentosPosgrados en Alta dirección en agronegocios |
Facultad de Agronomía, sede AACREA | Curso de Alta dirección en agronegocios y alimentosEspecialización en agronegocios y alimentos |
Universidad de Belgrano | Magister en agronegocios |
Universidad Católica Argentina | Maestría en Gestión de la empresa agroalimentaria |
Universidad del CEMA | Maestría en agronegocios |
Universidad Blas Pascal | Maestría en agronegocios y alimentos |
Universidad Nacional de Entre Ríos | Especialización en Alta dirección de agronegocios y alimentos |
Universidad Nacional de Mar del Plata | Maestría en agronegociosEspecialización en agronegocios |
Universidad Nacional de La Pampa | Lic. en Administración de negocios agropecuarios |
Universidad de San Andrés | Gestión integral de agronegocios |
Fundación en Altos Estudios en Ciencias Comerciales | Técnico superior en gestión de agronegocios |
Colegio Universitario IES Siglo XXI | Técnico superior en administración agropecuariaCurso de planeamiento estratégico de empresas agropecuariasAdministración de empresas agropecuarias |
Em.Tec. Innovadora de proyectos tecnológicos | Curso de administración y gerenciamiento ruralCurso de administración financiera agropecuaria |
Global Agro S.A. | Curso de Posgrado en Alta dirección en agronegocios y alimentos (certificado emitido por la FAUBA) |
Instituto Cooperativo de Enseñanza Superior | Técnico superior en agronegocios (cursando dos años más en la Univ. de Santiago del Estero se obtiene el título de Lic. en agronegocios) |
Grupo Los Grobo | Curso de Posgrado en Alta dirección en agronegocios. Convenio FAUBA-Los Grobo Agropecuaria |
Universidad de la Cuenca del Plata | Máster en agronegocios |
Universidad del Salvador | Posgrado en Dirección de agronegociosMáster en Dirección de agronegocios |
AAPRESID | Posgrado en agronegocios |
[1] C.Gras-V.Hernández (Coordinadoras), “LA ARGENTINA RURAL –De la agricultura familiar a los agronegocios”, Editorial Biblos, 2009, pág.57
[2] Ídem anterior
[3] Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad – https://institutoigualdad.com.ar/
[4] C.Gras-V.Hernández, “RADIOGRAFÍA DEL NUEVO CAMPO ARGENTINO -Del terrateniente al empresario transnacional”, Siglo XXI Editores, 2016, pág.162-163
* Bernardo F. Carnelli. Lic Cs Soc y Humanidades. Sec ejecutivo IEFI