La Falacia del Libertarismo: El Desprecio por la Humanidad a Nombre de la Economía (Por Eduardo Finocchi*) - Notas de Opinión

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lunes, 21 de abril de 2025

La Falacia del Libertarismo: El Desprecio por la Humanidad a Nombre de la Economía (Por Eduardo Finocchi*)



El pensamiento libertario, que en su núcleo propugna un gobierno limitado y la mínima intervención del Estado, ha ganado adeptos a lo largo de las últimas décadas. No obstante, esta ideología, que pretende dibujar una utopía económica de libertad absoluta, deja de lado una cuestión esencial: la dignidad humana. Si bien el libertarismo se muestra como un camino hacia el progreso económico, su visión reduccionista pone en peligro la justicia social y la equidad, elementos que son fundamentales para el bienestar de los individuos en una sociedad democrática.

Un gobierno libertario, al hacer énfasis casi exclusivo en la libertad económica y en la minimización del rol del Estado, corre el riesgo de sacrificar los principios humanistas que deberían ser la columna vertebral de cualquier sistema político moderno. En lugar de proteger a los más vulnerables, un sistema que defiende a ultranza el mercado libre pone en peligro la vida de aquellos que, por diversas razones, no tienen las mismas oportunidades de acceso a recursos y bienestar. En un escenario libertario, el mercado se convierte en el juez absoluto, determinando quién merece prosperidad y quién queda condenado a la marginalidad. Y todo esto, bajo el pretexto de que "el mercado lo resolverá todo".

Pero el mercado, por su propia naturaleza, no tiene corazón. Es implacable y busca el beneficio económico sin reparar en las desigualdades sociales que genera. En una economía completamente libre, el Estado no tiene ningún papel en la redistribución de la riqueza ni en la garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos. El argumento de que los individuos deben ser libres de decidir por sí mismos qué hacer con sus vidas y recursos es atractivo en su superficie, pero es absolutamente deshumanizante. ¿De verdad creemos que la justicia social puede lograrse dejando a las personas a merced de un sistema que prioriza la acumulación de riqueza de unos pocos sobre las necesidades de muchos?

Además, el libertarismo ignora las realidades que enfrentan las poblaciones más desfavorecidas. ¿Qué pasa con los desempleados, los enfermos, los niños y los ancianos que no pueden competir en un mercado tan feroz? ¿Qué ocurre con las personas que simplemente no tienen los medios para prosperar en un sistema económico en el que cada uno es responsable de sí mismo y nadie más? Al intentar aplicar una ideología que se basa en la competencia sin restricciones, el libertarismo olvida la parte humanista esencial de cualquier sociedad civilizada: la solidaridad, la cooperación y el apoyo mutuo.

Aquí un gobierno libertario llegó para tomar el control, ¿qué sucederá con las políticas públicas que buscan reducir la pobreza, garantizar el acceso a la educación y la salud, o proteger a los grupos más vulnerables? Bajo un régimen estrictamente libertario, estas políticas serán vistas como una forma innecesaria de intervención estatal. La idea de que la competencia libre de las corporaciones y el individuo puede resolver todas las necesidades humanas es tan fantasiosa como peligrosa.

En la práctica, el libertarismo representa un salto hacia atrás en términos de justicia social y derechos humanos. En lugar de promover un sistema que beneficie a todos por igual, fomenta un modelo que permite que los más fuertes prevalezcan mientras los más débiles se hunden. Al hacer de la economía la única prioridad, el libertarismo nos priva de los elementos más fundamentales que definen a una sociedad: la compasión, la igualdad y el respeto mutuo. En su afán por preservar una economía "libre", olvida que sin una humanidad que la respalde, esa libertad no es más que un vacío.

El pensamiento libertario, por muy atractivo que sea para algunos por su promesa de prosperidad económica sin restricciones, demuestra ser una falacia peligrosa cuando se olvida la parte humanística que debe ser el pilar de toda política pública. Un gobierno que valore la economía por encima de la justicia social no está protegiendo la libertad, sino que está condenando a los más vulnerables a la exclusión y a la indiferencia.


*Fotógrafo / Investigador platense / Creador de la web "El Album de La Plata" / Editor de "Política Digital BA"

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